Hace mucho que no enseño nada de costura. La verdad es que la tengo un poco abandonada, porque me pasa como con el crochet, como no me sale como quiero, pues lo dejo a un lado y va pasando el tiempo... Pues eso fue lo que me pasó con este vestido.
El año pasado varias amigas, Laura, Ángela, Bea y yo nos reunimos para hacer todas un mismo patrón. Todas menos una, la seño balmenara, éramos principiantes y nos pareció divertida la idea de hacer el mismo vestido.
Quedamos un día en el que cortamos y empezamos el vestido. Bea nos guió y nos dijo cómo teníamos que seguir. Era un vestido bastante fácil de hacer. Mis comáis de faena acabaron sus vestidos en seguida pero yo, me encontré con un problema, el cuello. Lo cosí, lo pillé mal lo descosí, lo volví a coger con alfileres y... lo fui dejando. Tanto lo dejé que se pasó el verano y con él, las ganas de acabarlo.
Con la primavera me entró otra vez el gusanillo de terminar el vestido y, sólo faltó un empujón de Bea y, por supuesto, un día a mi lado y ¡vestido terminado!
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