jueves, 28 de febrero de 2013

Antes y después


Cuando tenía 20 ó 22 años, se me ocurrió regalarle al por entonces mi novio, un gorro para que estuviera calentito en las acampadas. Pero claro, yo no podía ir a la tienda y comprar uno, tenía que tejerlo yo.
Compré la lana, mis agujas rectas y, ¡a tejer se ha dicho!. Por supuesto, era el primero que hacía y, menos mal que estaba mi madre para guiarme porque no tenía ni idea de cómo podía hacerse un gorro. No era difícil, sólo había que menguar de vez en cuando y, al final, coser ambos lados juntos y, ¡ya estaba el gorro hecho!.
El resultado no fue muy bueno ya que, con el miedo a que le pudiera estar pequeño (porque tiene una XL de casco), se me fue un poco la mano y salió un pelín grande. Sin embargo, él, novio sufridor, se puso su gorro en todas las acampadas sin rechistar.


Unos cuantos años después, concretamente este pasado, se me ha ocurrido hacer otro gorro. Esta vez, para mi cuñado.
En esta ocasión, he usado agujas circulares y, realmente, la construcción es igual, pero tejido en redondo.

El resultado ha sido infinitamente mejor y, mi entonces novio y mi marido ahora, no quería quitarse el gorro el día que hizo de modelo para ver cómo quedaba. Así que creo que tendré que tejer otro. Y mucho me temo que acompañado de otros dos tamaño infantil.

lunes, 25 de febrero de 2013

Zapatitos


Cuando estoy tejiendo, en algún momento del proceso, empiezo a pensar en el siguiente proyecto y, cuando ya tengo claro cuál va a ser, me entra la prisa por acabar el que estoy haciendo.
Hace pocos días he terminado un vestido para una niña, pero no os lo pongo porque es para un regalo (lo siento, Mónica, pero todavía no te lo puedo enseñar). El caso es que cuando me quedaba la mitad del vestido aproximadamente, empecé a pensar en qué complemento podría añadir al vestido.
Pensando y pensando, llegó a mis manos un patrón de un zapatito para niña, así que corre que te corre terminé el vestido (que, por cierto, ha quedado precioso) y me puse manos a la obra.
Sólo he hecho una prueba, pues el patrón es para recién nacida y, el vestido es para 6 meses, pero sólo hay que hacer unas cuantas reglas de tres para sacar las medidas correctas.
Este es el resultado:

Espero que esté calentita con ellos y que a sus papás les guste.

jueves, 21 de febrero de 2013

Mi vestido


Este año, además de la máquina de coser y otras cosillas, he tenido un regalo de cumpleaños relacionado con mi afición.
Todo empezó por el mes de noviembre, cuando Bea me dijo que este año quería regalarme lanas para que yo me hiciera algo bonito, que eligiera un proyecto y, sobre ese, ya buscaríamos las lanas.
Pues nada, me meto en ravelry y, claro, en los patrones gratuitos: “Este no que parece un saco, este tampoco que es muy raro, este es muy feo..." Así que, vámonos, a los patrones de pago. Y, como no, ahí estaba "El Vestido”.
Nunca había comprado un patrón y pregunté cómo se hacía. Y, ¡sorpresa!, en vez de las instrucciones de compra me llega esto por correo:

¡Sí! Bea me había dado un adelanto de mi regalo: el patrón.
Llegó mi cumpleaños y, por supuesto, las lanas que había elegido:


He tardado, pero esta semana ya me he decidido a empezarlo y este es el resultado:

Prometo enseñaros cómo queda al final.

lunes, 18 de febrero de 2013

Mis reuniones


Allá por el mes de mayo, Bea me dijo que había contactado por internet con otras chicas que hacían punto, y que habían quedado en una cafetería para conocerse y tejer juntas. Yo no fui. La excusa: los niños, íbamos a salir.., pero la verdad es que me daba un poco de vergüenza eso de tejer en público. De esa reunión nació Málaga Knits.
A partir de ahí, empezaron a reunirse todos los sábados. Yo seguía sin animarme, además, el sábado no era un buen día; siempre había algo que hacer (playa, compromisos familiares, cumpleaños infantiles…), es decir, excusas que me ponía yo misma.
Con la llegada del verano y el cierre de la cafetería donde se reunían, decidieron trasladar las reuniones a los martes y a Torremolinos. ¡Vaya, los martes es el único día que trabajo por la tarde! (más excusas…)
Al final me decidí. Un martes pude organizarme, salir antes y fui a la reunión. Y, ¡sorpresa! ¡no estaba tan mal! Me encantó eso de conocer gente que compartiera mi afición.
Ha sido en septiembre, a la vuelta de las vacaciones, cuando me he hecho asidua a las reuniones que, además, han vuelto a Málaga, alternadas con las de Torremolinos.
Ya somos un grupito bien consolidado y estoy deseando que lleguen las “quedadas” para charlar con Bea, Mariló, Ángela, Laura, Lourdes y todas aquellas que se van animando.
Y, como aquí son cada dos semanas, los viernes que tocan, cuando digo “me voy a hacer punto”, pues el padre de las criaturas no protesta.
¡Ah! Y ya no me da vergüenza tejer en cualquier parte.

jueves, 14 de febrero de 2013

Acerico


El domingo por la tarde, que los niños estaban jugando en casa del vecino, por fin me atreví a sacar la máquina de coser, guardadita como estaba ella en su caja desde que hice la bolsa.
Como la semana pasada había podido comprar una cremallera y tenía tela sobrante de la bolsa, pues lo saqué todo, máquina, telas, caja de costura… todo lo necesario para hacer... ¡un neceser!
En seguida me puse a cortar la tela, la cuadré, la sobrehilé y, de pronto, me entraron los nervios ¿sabría poner la cremallera?
Para practicar con la máquina, pensé hacer otra cosa. Tenía unos cuadraditos ya cortados y me dije, “pues voy a hacer un acerico, que no tengo”. ¡Y manos a la obra! Pero no contaba con la dichosa canilla. ¡Otra vez se escapó el hilo! ¡y otra vez un rato intentando ponerlo! Pero lo conseguí. Y al fin tengo mi acerico.
Como ya me había envalentonado (y gracias a algún tutorial de internet), vi que el pegar una cremallera no tiene más misterio que cambiar el pie de la máquina. Y este es el resultado:


Y, este fin de semana, empezaré algo más elaborado que ya os mostraré.

lunes, 11 de febrero de 2013

Florecitas


Ya he hablado de punto y de costura, me faltaba el crochet.
Aunque desde pequeña lo que más he visto hacer en casa ha sido el crochet (mis dos abuelas andaban crocheteando a todas horas y, todavía, con 90 años, mi abuela materna no va a ninguna parte sin su aguja), el crochet no me apasiona demasiado.
Sí que me produce mucha curiosidad, y suelo buscar patrones y cosas que pueda hacer. Pero, eso sí, que sean pequeñitas y que no tarde mucho en hacerlas. La verdad es que, al no disponer de toda la variedad de agujas que me gustaría, pues esto me limita un poco.
Me he aficionado a hacer algunas florecillas. La verdad es que son todas iguales, pero me han servido para ponerlas en horquillas y regalárselas a alguna niñita pequeña.


También he hecho algún sombrero que, puesto en un imperdible queda un broche precioso.

Y, por último, mariposas que han quedado muy lindas tanto en diademas como en broches.


Y algunas cosas que me rondan por la cabeza y que pronto os enseñaré

jueves, 7 de febrero de 2013

Marcadores


Como ya os dije en el post “Agujas y agujas”, hay infinidad de accesorios para utilizar durante la realización de cualquier prenda de punto.
Uno de estos accesorios indispensables son los marcadores. ¿Qué para qué sirven?, pues para indicar donde hay que hacer un aumento, donde empieza una vuelta, donde hay que cambiar un punto… en fin, para marcar aquello que no quieres que se te olvide.
Indudablemente hay muchísimos tipos de marcadores, de materiales muy diversos, de distintos tamaños y para todos los gustos. Pero como ya sabéis, me encanta hacer mis propias cosas así que, ¡manos a la obra!


Estos son todos los preparativos para hacer los marcadores. Con todas las cosas a mano (abalorios, alicates, cable…) y un poquito de tranquilidad (cosa harto difícil un domingo en casa), este es el resultado:


Ya tenía varios marcadores, que venían con el kit calcetinero, pero como tengo tantos proyectos empezados (ya os los mostraré en otro post), pues me había quedado corta, tanto que he tenido que usar un clip a modo de marcador.
En fin, que esto muy contenta con mis nuevos marcadores.

lunes, 4 de febrero de 2013

El síndrome del segundo calcetín


No sé si fue el año pasado o hace 2 años, por mi cumpleaños, me regalaron el “kit calcetinero” que constaba de unas agujas de doble punta, unas agujas circulares, una madeja, unos marcadores y un bolsito para guardarlo todo. Por supuesto, también incluía un patrón básico para iniciarme en esto de los calcetines.
Y ahí empecé yo, con toda mi ilusión, a tejer un calcetín. La verdad es que no me resultó nada difícil y, poquito a poquito, llegué a la punta del primer calcetín. Pero, ¡error!, no empecé el segundo en cuanto lo terminé, ya me lo decían, “empieza el segundo en cuanto acabes el primero, que si no, te entrará el síndrome del segundo calcetín”, pero no, yo no hice caso y ahí está mi pobre calcetín viudo sin pareja que le acompañe.
El caso es que como es para mí, pues no tengo prisa por acabarlo, ya sé que soy capaz de hacerlo y sólo tengo que buscar el momento para ponerme a ello.


Este verano se me ocurrió pedirles a los Reyes Magos unos calcetines para tita Elena. Así que, encargué una madeja y, recién llegada de Austria, me puse a ello. En este caso no era un patrón tan fácil, tenía un dibujo en un lateral, que le daban un aspecto muy bonito. Cuando acabé el primer calcetín, por supuesto que monté el segundo. Esta vez me libraba del dichoso síndrome.
Hice mis dos calcetines, los bloqueamos y, claro, me los probé a ver qué tal quedaban. ¡No, no puede ser! ¡Tengo dos pies derechos! Así que, a deshacer se ha dicho y esta vez, en vez del síndrome del segundo calcetín, ha sido la “enfermedad del tercer calcetín”.
Menos mal que la carta la escribí con tiempo y a los Reyes les dio tiempo a arreglar el error y, como sobró lana, decidieron traer unos minicalcetines para Olivia.